Locales

“Los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz”.

LA PALABRA CADA DÍA

XXXI Semana. Tiempo Ordinario

“Los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz”

Color: BLANCO

Viernes, 4 de noviembre del 2022

Memoria Obligatoria: San Carlos Borromeo, Obispo

Primera lectura: Fil 3, 17–4,1
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses

Hermanos: Sigan mi ejemplo, hermanos, y fíjense en los que andan según el modelo que tienen en mí. Porque, como les decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mí corona, manténganse así, en el Señor, queridos.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 121, 1-2.4-5
R/. Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.

Evangelio: Lc 16, 1-8
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: «¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido». El administrador se puso a echar sus cálculos: «¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.» Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi amo?» Éste respondió: «Cien barriles de aceite.» Él le dijo: «Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.» Luego dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?» Él contestó: «Cien fanegas de trigo». Le dijo: «Aquí está tu recibo, escribe ochenta.» Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».

Palabra del Señor


“Los hijos de este mundo son más astutos que los de la luz”

Al final del Evangelio de hoy hay una palabra iluminadora para todos nosotros… ¡los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz!
¿A qué se refiere Jesús cuando hacía esta comparación? ¿Era realmente ese administrador un hombre malo?… la única queja que se tenía de él era que derrochaba los bienes de su amo y por eso se le había pedido su puesto.
Y hoy día, ¿qué sucede con los bienes que el Señor ha puesto en nuestras manos ya sea porque tenemos un negocio propio o porque trabajamos para otro o porque tenemos una función pública en el Estado?
De seguro que la actuación no sería la misma. Lo más probable es que en el primer caso seamos más austeros, pensemos mejor a la hora de gastar nuestro dinero; y no así en el segundo: eso no es mío, no importa… a despilfarrar. Y más cuando ejercemos una función pública que manejamos el dinero del contribuyente.
Sin embargo, lo más notorio en esa comparación que Jesús nos hace es la falta de honestidad, el hablar mentira para quedar bien. Y esta es también la causa por la que hay desunión en nuestras familias; esposos que no les dicen a sus esposas cuánto ganan, porque según ellos a la mujer no se le dice todo; esposas que despilfarran el dinero de sus esposos, para que según ellas no lo vayan a gastar con “otra”; hijos que sólo saben pedir para gastar, porque no han sido concientizados por los padres acerca de la situación que viven. Es más, hay padres que sólo saben dar cosas materiales a sus hijos, para que según ellos: “darles lo que yo no tuve” o que “mis hijos no van a pasar lo que yo pasé”. ¿A cambio de qué?… a cambio de mantenerlos ajenos a la realidad, de vivir sólo de apariencias.
Reflexionemos… ¿Cuál es la falta de honestidad que invade hoy a nuestra familia? ¿Son los negocios ilícitos? ¿Son las mentiras o es la indiferencia ante las situaciones que estamos viviendo y es mejor dejar “pasar las cosas” y vivir una “paz” a cualquier precio?
Sea cual sea la situación por la que estemos atravesando, Jesús hoy nos da una nueva oportunidad de retomar el camino y ser reconocidos no por nuestra astucia al hacer buenos negocios, sino por nuestra habilidad en llevar nuestra familia con respeto y dignidad en busca de la salvación.

(Guía Mensual)

“Que el Dios de la vida y dador de vida te cubra con su alegría y con su paz”✍

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