“Jesús ha venido a comunicar vida, a curar, a resucitar” (Jn 5, 17-30)

LA PALABRA CADA DÍA

Miércoles, IV Semana de CUARESMA

Color: MORADO

17 de marzo de 2021

Primera Lectura: Is 49, 8-15

Lectura del Profeta Isaías
Así dice el Señor: «En tiempo de gracia te he respondido, en día de la salvación te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salgan ", a los que están en tinieblas: "Vengan a la luz." Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua. Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Mírenlos venir de lejos; mírenlos del Norte y del Poniente, y los otros del país de Sinín.
Exulta, cielo; alégrate, tierra; rompan a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados». Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado» ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 144, 8-9.13cd-14.17-18
R/. “El Señor es clemente y misericordioso.”

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R/.

Evangelio: Jn 5, 17-30
Lectura del santo Evangelio: según san Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: – «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo violaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: – «Se lo aseguro: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para su asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
Se lo aseguro: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no será condenado, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Les aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No les sorprenda, que venga la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de condena. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor


“Jesús ha venido a comunicar vida, a curar, a resucitar” (Jn 5, 17-30)

Acabamos de escuchar un fragmento de los cánticos del Siervo de Yahvé, que nos prepara para ver luego en Cristo al enviado de Dios. Es un canto que resalta el amor de un Dios que quiere a su pueblo, a pesar de sus extravíos. Un Dios que es pastor y agricultor, médico; que cuida y protege a su pueblo como una madre a sus hijos. Un Dios que se prepara a salvar a los suyos del destierro, a restaurar a su pueblo. “Digan a los cautivos: salgan; a los que están en tinieblas: vengan a la luz». Dios no quiere que su pueblo pase hambre ni sed, o que padezcan sequía sus campos: «los conduce y los guía a manantiales de agua». Todo será alegría y vida.
Bien es cierto que, ante las diversas situaciones de dolor vividas por el pueblo, éste podría pensar: «me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado», Pero el Señor, a pesar de todo, le asegura: «¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura? Pues, aunque ella lo haga, yo no te olvidaré». Dios mantiene su fidelidad perpetuamente.
Durante estas dos últimas semanas de cuaresma caminaremos de la mano del evangelio de San Juan. El pasaje de hoy es continuación del de ayer. Jesús hace una defensa de su comportamiento. Él «actúa» en nombre de Dios, su Padre. Igual que Dios da vida, Jesús ha venido a comunicar vida, a curar, a resucitar. Su voz, que es voz del Padre, será eficaz, y como ha curado al paralítico, seguirá curando a enfermos y hasta resucitando a muertos. Es una revelación cada vez más clara de su condición de enviado de Dios. Más aun, de su divinidad, como Hijo del Padre.
Los que crean en Jesús y le acepten como al enviado de Dios son los que tendrán vida. Los que no, ellos mismos van a ver excluidos.
¿Verdaderamente creemos que Jesús, el Enviado y el Hijo, puede curarnos y comunicarnos su vida? ¿Y hasta resucitarnos? Si creemos esto, ¿cómo expresamos y vivimos nuestra fe en el día a día? Prepararnos a celebrar la Pascua es decidirnos a incorporar nuestra existencia a la de Cristo y, por tanto, dejar que su Espíritu nos comunique la vida en plenitud. Más aun, también nosotros podremos «actuar» como Él y comunicar a otros su vida y su esperanza, y curaremos enfermos y resucitaremos a los desanimados.
Que Jesús nos dé la fuerza de seguir creyendo y confiando en que para Él nada es imposible.

(Guía Mensual)

“Miren, estamos subiendo a Jerusalén…” (Mt 20,18)
Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad✍