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“Gracias, Señor, porque has escondido esto a los sabios y se lo has revelado a los sencillos” (Jn 7, 40-53)

LA PALABRA CADÍA

Sábado, IV Semana de CUARESMA

“Gracias, Señor, porque has escondido esto a los sabios y se lo has revelado a los sencillos” (Jn 7, 40-53)

Color: MORADO

20 de marzo de 2021

Primera Lectura: Jr 11,18-20

Lectura del libro de Jeremías
El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían. Yo, como manso cordero, era llevado al matadero; no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: «Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que jamás se pronuncie su nombre». Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón: veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa, Señor Dios Mío.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 7,2-3.9bc-10.11-12
R/. “Señor, Dios. mío, a ti me acojo”
Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame; que no me atrapen como leones y me desgarren sin remedio. R/.
Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, y apoya tú al inocente, tú que sondeas el corazón y las entrañas, tú, el Dios justo. R/.
Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es juez justo, Dios amenaza cada día. R/.

Evangelio: Jn 7,40-53
Lectura del santo evangelio según san Juan
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta». Otros decían: «Este es el Mesías». Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?». Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Los fariseos les replicaron: «También ustedes se han dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?». Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas». Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor


“Gracias, Señor, porque has escondido esto a los sabios y se lo has revelado a los sencillos” (Jn 7, 40-53)

La forma de actuar de Jesús desconcierta a sus interlocutores. Los fariseos y maestros de la ley no entienden cómo uno de los suyos, a quien han visto crecer y que no posee los conocimientos necesarios, puede hablar de la manera como lo hace. Llegarán incluso a preguntarse quién es este hombre que habla como quien tiene autoridad y hasta los espíritus inmundos le obedecen. Pero no son capaces de reconocerle, ya que su afán de poder; su afán desmedido por tener el monopolio de ser los únicos conocedores de la ley y los únicos autorizados para interpretarla, los ciega, los incapacita para ver en Jesús a Dios que actúa y sigue actuando a través de su persona.
La lectura del evangelio de hoy pone de manifiesto la imposibilidad que tiene el ser humano de comprender a Jesús cuando partimos de nuestros propios criterios. Esta incapacidad se haya personificada por los fariseos. La Escritura es uno de los caminos para conocer y llegar a Jesús y resulta que quienes la conocían no fueron capaces de reconocerle; sin embargo, los ignorantes sí. Por eso, llegará a decir Jesús, en esa oración sacerdotal: “gracias, Señor, porque has escondido esto a los sabios y se lo has revelado a los sencillos”.
Cuando la arrogancia, la prepotencia y el afán desmedido por el poder se apoderan de nosotros, somos capaces de justificar lo injustificable. Nicodemo sabía que no se podía juzgar a alguien sin antes haber escuchado la versión del condenado, pero los fariseos, no le hacen caso y lo consideran como aliado de Jesús, simplemente por acogerse a lo que ya estaba establecido y defender que se actuara como decía la ley que los fariseos tanto defendían.

(Guía Mensual)

“Miren, estamos subiendo a Jerusalén…” (Mt 20,18)
Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad✍

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