21 de enero de 2021
“Con el sí de María daba inicio al plan se salvación y la culminación de la promesa de Dios de enviarnos al Salvador” (Lc 1, 26-38)
Color: AZUL O BLANCO
Primera Lectura: Is 7, 10-15
Lectura del profeta Isaías
Yavé se dirigió otra vez a Ajaz, por medio de Isaías, para decirle: “Pide a Yavé, tu Dios, una señal, aunque sea en las profundidades del lugar oscuro, o en las alturas del cielo.” Respondió Ajaz: “No la pediré, porque no quiero poner a prueba a Ya¬vé.”
Entonces Isaías dijo: “¡Oigan, herederas y herederos de David! ¿No les basta mo¬lestar a todos y todas, que también quieren cansar a Dios? El Señor, pues, les dará esta señal: La muchacha está embarazada, y da a luz un varón a quien le pone el nom¬bre de Emmanuel. El niño, luego, se alimenta de leche cuajada y miel hasta que sepa rechazar lo malo y elegir lo bueno”.
Palabra de Dios
Salmo: Lc 1,46-56: El Señor hizo en mí maravillas, Gloria al Señor.
Celebra todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me salva, porque quiso mirar la condición humilde de su escla-va, en adelante todos los hombres dirán que soy feliz.
En verdad el Todopoderoso hizo grandes cosas para mí, reconozcan que Santo es su Nombre que sus favores alcanzan a todos los que le temen y prosiguen en sus hijos. Su brazo llevó a cabo hechos heroicos, arruinó a los soberbios con sus maquinaciones.
Sacó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes; repletó a los hambrientos de todo lo que es bueno y despidió vacíos a los ricos.
De la mano tomó a Israel, su servidor, demostrándole así su misericordia. Esta fue la promesa que ofreció a nuestros padres y que reservaba a A-brahán y a sus descendientes para siempre.
Segunda lectura: Gl 4, 1-7
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas
Hermanas y hermanos: Escúchenme: en una casa, el hijo ya es dueño de todo, pero mien¬tras es niño, en nada se diferencia del esclavo. Está sometido a quienes lo cuidan y se encargan de sus asuntos hasta la fecha fijada por su padre. Lo mismo nosotros pasamos por una etapa de niñez y estuvimos sometidos a las fue¬rzas y principios que rigen al mundo. Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, el cual nació de mujer y fue sometido a la Ley, con el fin de rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que así lle¬gáramos a ser hijos adoptivos de Dios. Ustedes ahora son hijos; por esta razón Dios mandó a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abba! o sea: ¡Papá! Así, pues, ya no eres esclavo, sino hijo, y tuya es la herencia por gracia de Dios.
Palabra de Dios
R /. Aleluya, Aleluya.
V /. Alégrate, María, la llena de gracia. El Señor está contigo.
V /. No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios:
R /. Aleluya, Aleluya.
Evangelio: Lc 1, 26-38
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Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo:
- Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: - No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel: - ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó: - El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó: - Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Palabra del Señor
“Con el sí de María daba inicio al plan se salvación y la culminación de la promesa de Dios de enviarnos al Salvador” (Lc 1, 26-38)
Hoy celebramos la solemnidad de nuestra Señora de la Altagracia, que tiene el título dado por nosotros como la Protectora del Pueblo Dominicano. En las lecturas de hoy (Is 7, 10-14, Gl 4, 4-7 y Lc 1, 39-48) vemos cómo es anunciada la venida del Señor a esta tierra. Es inminente ya su nacimiento, así como inminente debería ser nuestra necesidad de recibirle con las debidas condiciones espirituales.
En el Evangelio vemos la entrega incondicional de María Santísima ante el anuncio del Ángel Gabriel. Ella da un sí incondicional por ser obediente al pedido de nuestro Señor. Confía, siente seguridad aun en la adversidad y el miedo, y sabe escuchar la voz de quien la llama.
Debiéramos preguntarnos si estamos dando la misma respuesta al llamado. ¿Nos hemos entrado en el carril de la misión que se nos ha encomendado? ¿Le ponemos algunas condiciones antes de cumplir con el mandato que Él nos envía? ¿Le pedimos que nos premie primero con las cosas materiales o preferimos los puestos por encima de la salud y bienestar de los nuestros?
Si analizamos este llamado del ángel, vemos que la Virgen no se inmutó con la presencia del ángel, pero sí con su saludo y, más aún, el anuncio de un embarazo. Y es que María estaba siempre en oración al cuidado del templo, por lo que podemos deducir que estaba en comunicación con Dios, por lo que la presencia del ángel no la turbó.
Con el sí de María daba inicio al plan se salvación y la culminación de la promesa de Dios de enviarnos al Salvador. Es por eso que podemos decir que hoy es un día de alegría y júbilo. Y es por eso que vemos las innumerables misericordias que Dios nuestro Señor concede a quienes se encomiendan a su Santa Madre, Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora y Reina de los Dominicanos, que nos recuerda con su nombre que por Ella recibimos la mayor gracia: a nuestro Señor Jesucristo. Ella misma alaba a Dios cuando dice “misericordia llega a sus fieles de generación tras generación”.
Nos unimos al gozo de nuestra madre, cuando recibió el anuncio del Ángel Gabriel de concebir en su seno al Emmanuel y agradecemos su “Sí”, le pedimos su intercesión por nuestro país, por nuestras familias, por nuestros jóvenes, por los enfermos, por los matrimonios, por los que se sienten solos y sin esperanza, por los que aún no conocen a su hijo amado Jesús, por cada petición que con fe le hacemos en este momento.
Le pedimos que continúe intercediendo por cada uno de nosotros y que siempre le pida a su Hijo el mejor de los vinos y nos proteja bajo su manto. Señor, no necesitamos más signos que el de tu hijo amado, el Emmanuel, ese Dios que camina con nosotros. Queremos unir nuestras alabanzas a la de nuestra Madre María para proclamar tus grandezas y tus maravillas y queremos venir a tu presencia para darte gracias por todas tus bendiciones. Hoy, una vez más, nos enseñas que cuando somos humildes y sencillos tú nos enalteces y derramas tus bendiciones sobre todos.
Que hoy nuestro Señor nos ayude a imitar a nuestra Madre María y ser verdaderos hombres y mujeres entregados al amor de Dios. Que Dios nuestro Señor sea siempre prioridad en nuestras vidas. ¡Bendecido jueves!
“Señor, haznos dóciles a tu Espíritu para que podamos estar siempre alegres y a tu lado”✍