LA PALABRA DIARIA: “Ellos se quedaron con él todo el día” (Jn 1, 35-42)

II Domingo. Tiempo Ordinario

“Ellos se quedaron con él todo el día” (Jn 1, 35-42)

Color: VERDE

17 de enero de 2021

Primera Lectura: 1 Sm 3, 3b-10. 19

Lectura del primer libro de Samuel
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.»
Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy. Vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío, vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate, y si te llama alguien, responde: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha.”»
Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 39,2.4ab.7.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R/.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. Entonces yo digo: «Aquí estoy –como está escrito en mi libro– para hacer tu voluntad.» R/.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R/.

Segunda lectura: 1 Cor 6. 13c-15a. 17-20

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huyan de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en ustedes porque lo han recibido de Dios. No se poseen en propiedad, porque los han comprado pagando un precio por ustedes. Por tanto, ¡glorifiquen a Dios con su cuerpo!

Palabra de Dios

Evangelio: Jn 1, 35-42

Lectura del santo evangelio según san Juan
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.» Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscan?» Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Él les dijo: «Vengan y lo verán.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).» Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor


“Ellos se quedaron con él todo el día” (Jn 1, 35-42)
“Habla señor que tu siervo escucha”. Ese “habla Señor” debería emanar de todas las voces que alaban a Dios, y así como Samuel, aunque la duda nos embargue, ser perseverantes en la escucha de la Palabra y en el buen obrar. De no ser así, dejaremos de escuchar la voz de Dios.
Dios siempre nos llama y para ello utiliza los recursos que considera oportunos. Pudiera llamarnos por medio de un acontecimiento, de un sacerdote, de un mendigo, de nuestros hijos, pareja… Pues estemos atentos a su llamado para que no se nos pase la oportunidad de servir al Señor y al prójimo.
Habla, Señor, que tu siervo escucha, implica escuchar el llamado de Dios; significa el compromiso de cumplir su encomienda, de ir a donde Él nos envía, de llevar el mensaje que se nos asigne y de rendir las cuentas de nuestra gestión. Muy bien lo canta el salmista: “He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes”.
Pongamos en acción lo que se nos ha mandado, produzcamos utilizando nuestros talentos y dejemos las quejas que nos paralizan.

Dejemos las comodidades de este mundo, responsabilicémonos por construir el cuerpo místico de Cristo en esta tierra, cuidémonos, respetémonos, consagrémonos a Él para así alejarnos de todo lo que no nos permite escuchar al “Cordero de Dios”. ¡Así también construimos Reino!

(Guía Mensual)

“Señor, haznos dóciles a tu Espíritu para que podamos estar siempre alegres y a tu lado”✍