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LA PALABRA DEl DOMINGO: “AQUÍ ME TIENESv” (Mc 9, 2-10)

LA PALABRA DIARIA

II Domingo. Tiempo de CUARESMA. Ciclo B

“AQUÍ ME TIENESv” (Mc 9, 2-10)

Color: MORADO

28 de febrero de 2021

Primera Lectura: Gn 22,1-2.9-13.15-18

Lectura del libro del Génesis
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: «¡Abrahán!» Él respondió: «Aquí me tienes.» Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo en sacrificio, sobre uno de los montes que yo te indicaré.» Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo «¡Abrahán, Abrahán!» Él contestó: «Aquí me tienes.» Dios le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.»
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 115,10.15.16-17.18-19
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida
Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. R/.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. R/.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R/.

Segunda Lectura: Rm 8,31b-34

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,31b-34
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios es el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

Palabra de Dios Versículo antes del evangelio Mt. 15,5 En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo, el amado, escúchenlo.

Tercera lectura: Mc 9,2-10

Lectura del santo evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escúchenlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Palabra del Señor


“AQUÍ ME TIENES” (Mc 9, 2-10)

Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

En el marco de este segundo domingo de cuaresma hacemos la reflexión de las lecturas que la Iglesia nos propone para este domingo, específicamente hacemos énfasis en la primera lectura del Génesis y en el Evangelio de Marcos: En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo en sacrificio, sobre uno de los montes que yo te indicaré.”
En esta primera parte me llama poderosamente la atención la firmeza de Abrahán con su lapidaria frase “aquí me tienes.” Esta frase es sinónimo de firmeza y fidelidad frente al Señor de nuestra historia. “Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo “¡Abrahán, Abrahán!” Él contestó: “Aquí me tienes.”
Podemos apreciar aquí por segunda vez la famosa frase “Aquí me tienes.” Es un acto heroico y sin precedentes el de Abrahán, si nos fijamos en un momento tan decisivo y comprometedor de su vida, este gigante de la fe no anda titubeando frente a Dios, ni declarándole la guerra, él escucha, obedece y actúa en silencio, sin ninguna vacilación ni haciendo ningún tipo de cuestionamiento al respecto.
Dios le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.” Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Está comprobado que, a mayor prueba con relación al hombre, mayor es la bendición de parte de Dios. “El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo oráculo del Señor: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.” Cuando no nos reservamos nada para nosotros mismos, por muy valioso que parezca frente a nuestros ojos, mayor es la presencia de Dios en nuestras vidas y nos devuelve triplicado aquello que le ofrecemos y le damos a él como ofrenda y como regalo.
Por su parte se nos dice en el Evangelio: “En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos.” Hay que hacer una comparación entre la primera lectura del Génesis y este Evangelio de Marcos, ambas escenas se dan en un monte, una montaña, para Dios el lugar solitario es idóneo para el encuentro con el hombre, por eso la montaña es considerada como símbolo de la presencia de Dios.
Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo.”
Es saludable que, en este tiempo especial de cuaresma, también nosotros al Igual que Abrahán, Jesús y sus discípulos subamos al monte para propiciar el encuentro con Dios, pues subir con la firme convicción de que volveremos fortalecidos en la fe y transfigurados como personas, nos dará esa fuerza espiritual que necesitamos en este preciso momento de pruebas y de confusión, por el cual mucho de nosotros estamos pasando.

“Miren, estamos subiendo a Jerusalén…” (Mt 20,18)
Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad”✍

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