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“Jesucristo quiso quedarse bajo forma de pan, y dejó claro que ése es el verdadero pan del cielo” (Jn 6, 30-35)

LA PALABRA DIARIA

Miércoles, III Semana de PASCUA

(Memoria Libre; San Anselmo Cantorbery, Obispo y Doctor de la Iglesia)

Color: BLANCO

21 de abril de 2021

Primera Lectura: Hc 8,1-8
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles

Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaria. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.
Saulo, por su parte, se ensañaba con la Iglesia, penetrando en las casas y arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres.
Los que habían sido dispersados iban de un lugar a otro anunciando la Buena Nueva de la Palabra. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 65,1-3a.4-5.6-7a
R/. Aclama al Señor, tierra entera
Aclama al Señor, tierra entera; toquen en honor de su nombre, canten himnos a su gloria. Digan a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.
«Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre». Vengan a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna enteramente. R/.

Evangelio: Jn 6,35-40
Lectura del santo evangelio según san Juan

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como les he dicho, me han visto y no creen.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

Palabra del Señor


“Jesucristo quiso quedarse bajo forma de pan, y dejó claro que ése es el verdadero pan del cielo” (Jn 6, 30-35)

Con el testimonio de Esteban y los apóstoles mucha gente en Jerusalén creyó en Jesús y lo reconoció como el Mesías. Aunque el número de los creyentes iba en aumento, ellos seguían siendo una minoría. Lo más significativo es que, con excepción de algunos sacerdotes, el liderazgo religioso no reconoció a Jesús. El mensaje de Jesús amenazaba el estatus quo religioso, y por ello los líderes instaron al pueblo a rechazar a los cristianos. Así como persiguieron a Jesús para matarle, también comenzaron a hacer lo mismo con sus seguidores.Muchos creyentes, excepto los apóstoles (cfr. Hch 8:1), huyeron de Jerusalén por miedo a morir por su fe en Jesús. No huyeron porque dejaron de creer en Jesús, sino porque querían seguir viviendo su fe. A pesar de la persecución, ellos no dejaron de hablar lo que creían a dondequiera que fueron (cfr. Hch 8:4) Así que los que habían sido esparcidos iban predicando la palabra. De este modo, la persecución, cuya intención era callar a los creyentes de Jesús, terminó siendo lo que provocó que el mensaje se propagara aún más.

En el Evangelio de hoy seguimos encontrando a Jesús que se ofrece como alimento de salvación. Él quiso dejarnos como señal para creer en Él un alimento que cuando lo comamos no tendremos hambre jamás. Es lo más precioso que tenemos en la Iglesia: es Cristo mismo. No es un símbolo, un adorno, un rito: es la presencia real del Señor entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Jesucristo quiso quedarse bajo forma de pan, y dejó claro que ése es el verdadero pan del cielo. En la Eucaristía recibimos este alimento que elimina eficazmente el hambre más profunda del hombre, le comunica con Dios y le hace partícipe de su felicidad.
En la vida de los santos encontramos como denominador común un gran amor hacia la Eucaristía. Ellos encontraron allí, por la fe, a Jesús, el Señor de sus vidas. Yo soy el pan de la vida. Él está en el pan eucarístico y nos está esperando a todos los que sentimos hambre y sed en nuestras almas.
¿Qué sentimos cuando oímos a Jesús decir: «Yo soy el pan de vida»?
¿Qué quería decir Jesús cuando afirmó que Él es el «pan de vida»? En primer lugar, el pan es sustento necesario; en segundo lugar, es necesario comerlo para que realmente tenga efecto en nosotros, y cuando lo comemos, el pan llega a formar parte de nosotros mismos. De la misma manera, cuando Cristo se nos ofrece como «el pan de vida», es necesario creer en Él para apropiarnos de esa vida, estableciendo así un grado de intimidad y de unión que es imposible romper. Entonces, hermanos, hagamos nuestra la petición de los judíos: «Señor, danos siempre este pan».

(Guía Mensual)

“Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu”✍

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