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LA PALABRA CADA DÍA
IV Semana. Tiempo Ordinario. Año I
Vete en paz, quedas curado de tu enfermedad
Martes, 31 de enero del 2023
(Memoria Obligatoria: San Juan Bosco, Presbítero)
Color: BLANCO
Primera lectura: Heb 12, 1-4
Lectura de la Carta a los Hebreos
Hermanos: Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recuerden al que soportó tal oposición de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo. Todavía no han llegado a la sangre en su pelea contra el pecado.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 21, 26b-27.28.30.31-32
R/. Te alabarán, Señor, los que te buscan
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan: ¡Viva su corazón por siempre! R/.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: «Todo lo que hizo el Señor». R/.
Evangelio: Mc 5, 21-43
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaban: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”». Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad». Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor
Vete en paz, quedas curado de tu enfermedad
Nos encontramos hoy ante dos momentos, dos personajes relevantes: un jefe de la Sinagoga y una mujer. Cada uno con distintas necesidades y, posiblemente, con expectativas y conocimientos diferentes sobre Jesús. Sin embargo, ambos coinciden en la esperanza de poder encontrar lo que buscan y necesitan. Podemos mirarnos en el espejo de estos personajes para también reconocer a Jesús y confiar en lo que puede hacer por todos en cualquier circunstancia.
El jefe de la Sinagoga, así como la mujer se acercan con la confianza de encontrar respuestas a sus penas. Posiblemente has solicitado infructuosamente el amparo de otros. Y tú ¿en qué medida y cómo te acercas? ¿Lo buscas? ¿Cuándo tiendes a buscarlo? ¿Te has dejado atrapar por la rutina o sigues apegado con confianza al mensaje de salvación? Muchos buscan ayuda mediante amigos, consejeros y personas de fe. Muy bien. Sigue y no te detengas. Recuerda, sin embargo, que solamente cuando buscamos respuestas con sinceridad resonará en nuestro corazón la voz de Jesús que nos grita: “no temas, basta que tengas fe”.
No permitas que la gravedad del momento sobrepase la fortaleza de tu fe. Acércate con plena confianza al dador de vida y, seguro, recibirás respuestas a lo que perturba tu corazón. Este acercamiento tranquiliza y abre las puertas a la verdadera paz que brota desde las profundidades de tu ser. Permítete ser “tocado” y tranquiliza la mente – con el silencio – para que recibas respuestas. ¿Cómo te acercas a Jesús? ¿Con total apertura y confianza? ¿Con miedos por lo que vas a descubrir? ¿Cuándo fue la última vez que le permitiste al Hijo de Dios revisar tu corazón? No limites tu crecimiento. Ábrete a la fe con total plenitud y escúchale decirte hoy: “Vete en paz, quedas curado de tu enfermedad”. Amén.
(Guía mensual)
“Que el Dios de la vida y dador de vida te cubra con su alegría y con su paz”✍

