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“Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo” (Mt 5,13-16)

LA PALABRA DIARIA

Martes, X Semana. Tiempo Ordinario

Color: VERDE

8 de junio de 2021

Primera Lectura: II Cor 1,18-22
Lectura de la segunda carta de san Pablo a los 2 Corintios

Hermanos: ¡Dios me es testigo! La palabra que les dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo les hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con ustedes. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 118,129.130.131.132.133.135
R/. “Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo “

Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma. R/.
La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R/.
Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R/.
Vuélvete a mí y ten misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre. R/.
Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine. R/.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes. R/.

Evangelio: Mt 5,13-16
Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así su luz a los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo.»

Palabra del Señor


“Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo” (Mt 5,13-16)

En el evangelio de hoy Jesús usa dos elementos sencillos pero muy importantes: la sal y la luz, para hablarnos de nuestra vocación cristiana. Su aparente sencillez esconde una gran profundidad y nos invita a una intensa meditación.
¿A qué me invita Jesús cuando me dice que “soy la sal de tierra”? Si buscamos algunas de las características de la sal encontraremos que no sólo da sabor, sino que también sirve para “salar” los alimentos y preservarlos. Pero hay algo más interesante todavía: la sal no es rica en sí misma, sirve para dejar las otras cosas ricas. Tampoco nadie come la sal pura. Su razón de existir es estar al servicio de los otros alimentos.
Estas palabras nos llevan entonces a meditar qué tanto estoy yo siendo sal para otros. Si mi vida no sirve para alegrar, dar sabor, alegría a los que me rodean soy como la sal que ha perdido el sabor, que ha perdido su sentido de ser. Pero Jesús no solamente usó el símbolo de la sal. Nos dijo también que hay otro elemento de la naturaleza que puede darnos testimonio de lo que significa ser cristiano.
Ustedes son la luz del mundo. ¿Qué es la luz? Es lo que nos permite ver todas las cosas. Nos hace posible percibir los colores y los detalles. Nos da seguridad para caminar evitando los obstáculos. Al igual que la sal, la luz no vive para sí misma. Si la luz no se reflejara en las cosas, no serviría de nada; sería como si no existiese. Sabemos que la luz existe porque vemos las otras cosas. Su misión no es mostrarse a sí misma; es dejar visible aquello que ilumina.
Cuentan que un día, san Francisco de Asís le pidió a uno de los frailes cofundadores que se preparara para salir a predicar con él. Salieron y estuvieron caminando y dando vueltas por todo Asís, durante una hora y media. En un cierto momento, el fraile que lo acompañaba le preguntó a san Francisco: “Padre Francisco, usted me dijo que saldríamos a predicar. Hasta ahora, solo hemos caminado y recorrido todo el pueblo”. San Francisco le respondió: “Hermano, llevamos una hora y media de predicación. No hay mejor predicación que la sonrisa y el testimonio de una vida auténticamente cristiana”.
Ojalá que también nosotros nos convirtamos en mensajeros de la sonrisa, del amor de Dios. Pidamos a nuestra madre María que interceda por nosotros. Pidamos para que seamos como ella, portadora de la luz y de la riqueza de Cristo.

(Guía Mensual)

“Que Dios llene de paz tu casa y te bendiga grandemente, Él que vive y ama por los siglos de los siglos. Amén” ✍

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