“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Mt 18,21-35)

LA PALABRA CADA DÍA

Martes, III Semana de CUARESMA

Color: MORADO

9 de marzo de 2021

Primera Lectura: Dn 3,25.34-43

Lectura del profeta Daniel
En aquellos días, Azarías oró al Señor diciendo: «Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abrahán, tú amigo; por Isaac tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quien prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas. Pero ahora, Señor, somos los más pequeños de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados. En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia.”
Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados. Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor. Trátanos según tu clemencia, y tu abundante misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor.».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 24, 4bc-5ab.6-7bc.8-9
R/. “Señor, recuerda tu misericordia”
Enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y salvador. R/.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R/.

Evangelio: Mt 18,21-35
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: Se parece el Reino de los Cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con ustedes mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Palabra del Señor


“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Mt 18,21-35)

En este tiempo de gracia que nos ofrece el Señor, las lecturas bíblicas nos ayudan a superar nuestras caídas y asumir actitudes propias de un verdadero discípulo de Jesús. Dentro de esas actitudes hoy se resalta el perdón.
Cuando reconocemos nuestros pecados, Dios nos perdona. Pero para disfrutar de dicho perdón, también tengo que ser capaz de perdonar al que me haya ofendido, no importa las veces, el perdón no tiene límites. Esto es lo que se pone de manifiesto en el evangelio que acabamos de leer. En la parábola, el rey representa al Padre, que en su infinito amor ha cancelado la deuda que tienen contraída con Él, ofreciendo la gracia del perdón. Ahora bien, si nosotros no somos capaces de perdonar, la oferta inicial quedará revocada.
El perdón entre nosotros ha de ser ilimitado. Quien haya experimentado la misericordia del Padre, no puede andar calculando las fronteras del perdón y de la acogida al hermano.
Como cristianos debemos acoger la palabra de Dios que nos dice: Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”. Debemos estar dispuestos a perdonar siempre, sin límites y practicar con otros la misericordia que Dios ha tenido con nosotros de perdonarnos sin fijarse en nuestras culpas y pecados.

(Guía Mensual)

“Miren, estamos subiendo a Jerusalén…” (Mt 20,18)
Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad✍