LA PALABRA DIARIA
Miércoles, V Semana. Tiempo Ordinario
“Lo que tenemos dentro, se refleja en nuestras acciones, que es lo que nuestro prójimo puede ver” (Mc 7, 14-23)
Memoria Obligatoria: Santa Escolástica, Virgen
Color: BLANCO
10 de febrero de 2021
Primera lectura: Gn 2,4b-9.15-17
Lectura del libro del Génesis
El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el campo. Sólo un manantial salía del suelo y regaba la superficie del campo. Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara. El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir».
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 103,1-2a.27-28.29bc-30
R/. Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma mía, al Señor, ¡Dios mío, ¡qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R/.
Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes. R/.
Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R/.
Evangelio: Mc 7,14-23
Lectura del santo evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchen y entiendan todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír que oiga». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la comparación. Él les dijo: «Tan torpes son también ustedes? ¿No comprenden? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina». (Con esto declaraba puros todos los alimentos).
Y siguió: «Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
Palabra del Señor
“Lo que tenemos dentro, se refleja en nuestras acciones, que es lo que nuestro prójimo puede ver” (Mc 7, 14-23)
En la primera lectura (Gn 2,4b-9.15-17) vemos cómo Dios crea al hombre, lo hace del polvo y sopla en él su aliento, para llenarlo de vida, pero a la vez lo hace consciente y lo pone en el jardín del Edén. El Señor es ese Padre que quiere lo mejor para sus hijos, sólo desea el bien para nosotros. Ahora bien, es en el corazón del hombre donde se originan los deseos impuros, las malas intenciones, donde surge la desobediencia, que es la que nos conduce a la muerte.
La desobediencia a la ley de Dios es un asunto de vida o muerte. Cuando incumplimos la ley del amor nos volvemos perversos, caemos en el egoísmo y, sumergido en este fango, nos envolvemos en el listado de pecados que vemos en el evangelio: los pensamientos perversos, robos, fornicación, orgullo, codicia, etc. Y por eso es por lo que nos tomamos la libertad de hacer justicia, una justicia que sólo nos favorece para mantenernos en el fango del pecado.
Como seres creados por Dios, llenos de su espíritu, de su aliento de vida, debemos mantenernos en el cumplimiento de sus mandatos, para evitar caer en el pecado y así estar puros desde nuestro interior, el cual se refleja hacia nuestro exterior; es decir, lo que tenemos dentro, en lo más íntimo de nuestro ser sale, se refleja en nuestras acciones, que es lo que nuestro prójimo puede ver.
Se aproxima la cuaresma que es el tiempo en el cual nos preparamos para el arrepentimiento y evitar la justicia de Dios, pero no podemos esperar una vez al año para reconocernos pecadores, debemos siempre estar en vela, evaluándonos, para cada día ser mejor persona, un hijo digno de Dios, debemos estar constantemente limpiando nuestro interior, para así poder ser adoradores en espíritu y en verdad. Pidamos la gracia de ser fieles a los mandatos de nuestro padre que sólo quiere el bien para sus hijos para que este padre se sienta orgulloso de cada uno de nosotros. Para poder cantar con el salmista, “bendice alma mía al Señor”.
(Guía Mensual)
“Señor, haznos dóciles a tu Espíritu para que podamos estar siempre alegres y a tu lado ✍