“La felicidad es posible para todo el que decide creer para luego ver” (Mt 13,44-45)

LA PALABRA DIARIA

Miércoles, XVII Semana del Tiempo Ordinario

Color: VERDE

28 de julio de 2021

Primera lectura: Ex 34,29-35
Lectura del libro del Éxodo

Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo por la cara. Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 98,5.6.7.9
R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro

Ensalcen al Señor, Dios nuestro, póstrense ante el estrado de sus pies: Él es santo. R/.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía. R/.
Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio. R/.
Ensalcen al Señor, Dios nuestro; póstrense ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios. R/.

Evangelio: Mt 13,44-45
Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor


“La felicidad es posible para todo el que decide creer para luego ver” (Mt 13,44-45)

El poeta inglés William Blake escribió que “aquel cuyo rostro no irradia luz nunca será estrella” y el escritor francés Víctor Hugo, dijo que: “amar a otra persona es ver el rostro de Dios”. Blake y Hugo fueron certeros. El redactor del libro del Éxodo hoy nos dice que, luego del encuentro de Moisés con Dios, el libertador “tenía radiante la piel de la cara”. Y es así; la cara es el reflejo del alma. Y son tantos los que andan con caras y miradas tristes, sufridas, molestas, confundidas, perdidas, amargadas, arrepentidas… en fin, rostros que reflejan las tormentas de la vida. Hoy, la presencia de Dios desea iluminarnos el rostro.
Al bajar Moisés del monte con las tablas llega al pueblo movido, esperanzado y tocado por la presencia de Dios. La presencia del Señor ha tocado la vida del líder y ha movido a Moisés hacia nuevas esperanzas. Moisés ha quedado iluminado por el encuentro y por la cercanía de su Dios. Hoy también podemos experimentar la luz de Dios cuando profundizamos en la oración, cuando lo experimentamos en el Santísimo o cuando, por ejemplo, salimos de un retiro. Cuando Dios toca el corazón se ilumina el rostro y la vida toma color. El encuentro con el Mensaje escuchado e interiorizado siempre rejuvenece y moviliza a la acción.
Cuando Dios llama y toca, la alegría del encuentro es notorio. Se parece a aquél que vende todo lo que tiene para poseer el campo donde ha escondido el tesoro. Se parece, también, a aquél que vende todo lo que tiene para comprar la perla de gran valor. El valor del tesoro del Reino trae alegría al que la ha encontrado. El Reino está a nuestro alcance. La felicidad es posible para todo el que decide creer para luego ver. No son palabras que se las lleva el viento. Son Palabras de vida eterna para aquellos que quieren dejarse iluminar con el estilo de vida que nos ofrece Jesús. Conocer, experimentar y transmitir la alegría del amor de Dios siempre enciende el corazón e ilumina el mundo.
Hoy hagamos el esfuerzo por mostrar un rostro esperanzador, alentador y lleno de alegría para que la gente quiera conocer lo que nos ha ocurrido. Dejemos saber a las personas que nos hemos encontrado con el verdadero sentido de la vida y que la felicidad de este encuentro con el Resucitado nos hace radiante la piel del rostro. ¡Que se nos note que hemos encontrado la perla y el tesoro escondido hoy y siempre!

(Guía mensual)

“Que Dios llene de paz tu casa y te bendiga grandemente, Él que vive y ama por los siglos de los siglos. Amén” ✍