“Esta prueba de un amor, que nunca nadie nos dio, es del hombre que al morir fue vencedor”.

LA PALABRA CADA DÍA

Viernes Santo de la Pasión del Señor

“Esta prueba de un amor, que nunca nadie nos dio, es del hombre que al morir fue vencedor”
Color: ROJO

Viernes, 7 de abril del 2023

Primera Lectura: Is 52, 13-53,12
Lectura del Libro de Isaías

Miren, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 30,2.6.12-13.15-16.17 y 25
R/. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. R/.
Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. R/.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios”. En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, los que esperan en el Señor. R/.

Segunda Lectura: Heb 4, 14-16;5,7-9
Lectura de la Carta a los Hebreos

Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios

Evangelio: Juan 18, 1-40;19,1-42

“Esta prueba de un amor, que nunca nadie nos dio, es del hombre que al morir fue vencedor”
Cada palabra, gesto y actitud de Jesús durante su pasión es enseñanza para nosotros y nos invita a ser obedientes a la voluntad de Dios, ser valientes y decididos en nuestras responsabilidades, reprender el mal, cuidar a los que dependen de nosotros, ser testigos de la verdad y entregar nuestra vida a Dios.
Pero la muerte del Señor Jesús es mucho más que una enseñanza. La muerte del Señor es el remedio de Dios al más grave de todos los problemas: el muro de separación que creó el pecado entre Dios y los seres humanos. Con su muerte en la Cruz, Cristo vence sobre la muerte, sobre el pecado y sobre Satanás. En una sola frase, san Juan Crisóstomo resume la esencia de la celebración de hoy: “La muerte del Señor mató la muerte”. Un antiguo canto reza: “Esta prueba de un amor, que nunca nadie nos dio, es del hombre que al morir fue vencedor”.
Es lo que nos anunció siglos antes de suceder el profeta Isaías, en sus cantos del siervo de Yahvé: “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores”, “Él fue traspasado por nuestras rebeliones”, “Él sufrió el castigo que nos trajo la paz” “sus cicatrices nos curaron”.
El texto de la carta a los hebreos que hemos leído termina dándonos el vivificante anuncio de que Cristo “llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna”.
De esta manera, la muerte del Señor no es motivo de pesar. La Iglesia no está de luto. La Iglesia hoy está de fiesta: "Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta" (1 Cor 5,7-8).
“La muerte del Señor mató la muerte” y nos abrió las puertas de la eternidad: “Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia para alcanzar misericordia”.

(Guía Mensual)

“Seamos siervos del Padre como Jesús” ✍