LA PALABRA DIARIA
Martes, VI Semana de PASCUA
Color: BLANCO
11 de mayo de 2021
Primera Lectura: Hc 16, 22-34
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: «No te hagas nada, que estamos todos aquí.»
El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?» Le contestaron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.» Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 137, 1-2a .2bc-3.7c-8,
R/. Señor, tu derecha me salva
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R/.
El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R/.
Evangelio: Jn 16, 5-11
Lectura del Santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿Adónde vas?’ Sino que, por haberles dicho esto, la tristeza les ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que les digo es la verdad: les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito. En cambio, si me voy, se lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me verán; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.»
Palabra del Señor
“El regalo del Espíritu Santo” (Jn 16, 5-11)
El poder de la oración.
La Primera lectura nos presenta a Pablo y a Silas, que fueron encarcelados y después de amarrarlos y azotarlos con varas, lo metieron en la mazmorra (mayor sujeción y castigo físico de los presos. Es una prisión subterránea, normalmente construida bajo un castillo o fortaleza), lo sujetaron de los pies a un cepo (Instrumento de castigo antiguo formado por dos trozos gruesos de madera con unos agujeros que fijaban cabeza y pies del reo. Se solía exponer al preso a la vista y las burlas del público. Los cepos romanos tenían varios agujeros, lo que permitía separar al máximo las piernas de la víctima, con lo que se aumentaba la tortura), por predicar la palabra de nuestro Señor Jesucristo; pero Pablo y Silas nunca perdieron las esperanzas que da la fe en nuestro Señor y empezaron a orar y alabar a Dios con cantos en voz alta de una manera tal que los presos los escuchaban.
De repente hubo un terremoto y se abrieron las puertas de la celda y las cadenas se soltaron. El carcelero ante aquel estruendo se despertó y al ver las puertas de la cárcel abierta se asustó, saco su espada y trato de suicidarse, porque sabía lo que le esperaba cuando las autoridades se enteraran de que los presos se habían escapado.
En los momentos más difíciles de nuestras vidas ¿cómo reaccionamos ante las tribulaciones?, como son la pérdida del empleo, las enfermedades o la muerte de un familiar ¿nos mostramos con resentimiento y nos alejamos de Dios, o como Pablo y Silas, confiamos en nuestro Señor y nos acercamos a Él a través de las oraciones y los sacramentos? El Señor siempre nos espera para regalarnos su paz, ya que Él sabe lo que necesitamos en esos momentos difíciles.
El regalo del Espíritu Santo.
En aquellos momentos donde el Señor anuncia que se va, los discípulos se pusieron muy tristes, y el Señor les dice que les conviene que se vaya porque dejará al Paráclito, al consolador.
Cuando una persona que amamos y que nos ha ayudado tanto en nuestras vidas se va de nuestro lado, nos entristecemos, pero esa persona nos dice que no estaremos solos que nos ayudará, aunque no lo veamos físicamente, pero sí estará con nosotros espiritualmente todos los días de nuestras vidas, para ser nuestro guardián, nuestro guía, que nos capacitará y que a través de él haremos lo que quiere que seamos.
Tendremos tiempos difíciles, tristeza, dificultades económicas, enfermedades, angustia, pero tenemos que recordar que la batalla no es nuestra; el Espíritu Santo vive en nosotros y es la fuente de nuestra sabiduría para en esos momentos difíciles hacer lo que Dios quiere que hagamos.
Por eso en nuestras oraciones debemos siempre pedir que el Espíritu Santo venga sobre nosotros para buscar lo que es bueno para nuestras vidas y la vida de los que nos rodean.
¿Con qué frecuencia oramos?, cuando oramos ¿lo estamos haciendo con fe? ¿pensamos que nuestras oraciones serán escuchadas? ¿qué es lo que más nos motiva a orar (dolor, angustia temor)?
¿Qué es lo que nos impide orar? ¿es el pecado? La mayoría de nosotros no oramos porque ignoramos que el Espíritu Santo vive en nosotros. Pidamos en oración que el Paráclito, nuestro guía, dirija nuestras vidas.
(Guía Mensual)
“Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu”✍
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