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El misterio de tu existencia
(Versos espontáneos) Por: Juan C. Benzán.

i
Aunque el tiempo arrogante e inexorable
ha vestido de misterio nuestra existencia,
estoy hurgando en el lapso interminable,
las horas eternas de tu solemne presencia.

ii
De aquel hermoso tiempo que robamos
a las noches memorables que esculpimos,
aún extraño los momentos que forjamos;
la rivera del río, la brújula de los caminos.

iii

Extraño tu entrega vehemente enamorada
y tu gemido dilatado sobre el cauce del río,
los celos del reptil sobre nuestra almohada,
forjada de hojas verdes, de fuego y amorío.

iv

Extraño tu piel rosada de ninfa satisfecha,
desafiando el peligro del hurto inevitable,
y en el discurrir de los años y de la fecha,
las mieles de tu regazo incomparable…

v

Hoy he vuelto a la estancia del aquel río
que sirvió de refugio a nuestro gran amor,
extrañé con nostalgia al hombre del bohío,
que lleno de ternura nos guardaba una flor.

vi

Al anciano fiel que llevamos el sombrero,
el abrigo de piel, alimentos y vestimentas,
al hombre afable que aguardó el sendero,
y que nos guardaba frutos de sus huertas.

vii

Pensé entonces qué habrá sido del amigo,
del lecho del río, del viento y de mi diosa,
quizás como tú ha muerto o vive sin abrigo,
o aún nos conserva perfumada una rosa.

viii

Tu nombre yacía sepultado en mi recuerdo,
había olvidado el rubio de tu pelo y tu piel;
mas la lira de un verso escrito en tu dedo,
aparcó en mi nostalgia tu efigie de mujer…

.
.
Prof. Juan C. Benzán
San Juan, R.D.

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Un comentario

  1. Post scriptum: he escrito este poema de manera espontánea; mas, se me enjugaron las lágrimas al recordar a mi fenecido padre inmortal y a aquel hombre fiel que nos guardaba flores y frutos de sus huertas, porque es posible que también haya muerto ya. En el contexto del poema debe leerse «ribera» en lugar de «rivera», pues me refiero a la orilla del río, no a «rivera»; pues, es grande y de gran caudal el río que junto a mi Diosa inspiró los versos; no es un simple arroyo o río pequeño.

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