“Dios ofrece su salvación a un extranjero” (Lc 4,24-30): La palabra diaria

Lunes, III Semana de CUARESMA

“Dios ofrece su salvación a un extranjero” (Lc 4,24-30)

Color: MORADO

8 de marzo de 2021

Primera Lectura: II Re 5,1-15a

Lectura del segundo libro de Reyes
En aquellos días, Naamán, General del ejército del rey de Siria, era un hombre que gozaba de la estima y del favor su señor, pues, por su medio, había dado el Señor la victoria a Siria. Pero este gran guerrero era leproso.
En una de las correrías, una banda de sirios había traído cautiva de Israel a una jovencita, que paso al servicio de Naamán. Dijo ella a su señora: –«Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaria: Él lo libraría de la lepra».
Naamán fue a informar a su señor: – «Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel». Y el rey de Siria contestó: – «Ven que te voy a dar una carta para el rey de Israel.»
Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez vestidos nuevos. Y presento al rey de Israel la carta que decía: – «Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de la lepra». Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, exclamando: -«¿Soy yo acaso un dios capaz de dar vida o de dar muerte, para que éste me encarga de librar a un hombre de su lepra? Fíjense bien y verán que está buscando un pretexto contra mí». Cuando Eliseo, el hombre de Dios, se enteró que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras, le envió este recado: – «¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel.»
Vino Naamán con sus caballos y su carrosa y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Eliseo le mandó un mensajero a decirle: – «Ve, báñate siete veces en el Jordán y tu carne quedará limpia».
Naamán se puso furioso y se marchó gruñendo: – «Yo me imaginaba que saldría en persona a encontrarme y que en pie invocaría el nombre del Señor su Dios, pasaría su mano sobre la parte enferma y me libraría de la lepra”. El Abana y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio». Dio media vuelta y se marchó furioso. Sus servidores se le acercaron para decirle: – «Señor, si el profeta te hubiese prescrito algo difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si te ha prescrito: “Lávate y quedarás limpio!”»
Entonces Naamán bajó y se bañó en el Jordán siete veces, según la palabra del hombre de Dios y su carne quedó limpia como la de un niño.
Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando: – «Ahora reconozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 41, 2.3; 42.3.4
R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Como busca la cierva corriente de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R/.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. R/.

Evangelio: Lc 4, 24-30
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Vino Jesús a Nazaret, y dijo al pueblo en la sinagoga: – «Les aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Les aseguro que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor


“Dios ofrece su salvación a un extranjero” (Lc 4,24-30)

Al leer los relatos bíblicos sobre el encuentro de las personas con Jesús, vemos que siempre hay alguien quien invita, quien nos abre los ojos. En el caso de Naamán, es una muchachita israelita la que motiva ese encuentro del jefe sirio con el Dios de Israel. Naamán es del país de Arám, enemigo de Israel. La actitud del rey de Israel es de indignación al ver que le piden que haga algo que no podría hacer. ¿Cómo curar a un leproso? Alguien intervino: el profeta Eliseo: envíamelo. Le manda bañarse en el Jordán y Naamán rechaza esta indicación.
Muchas veces la intervención de una persona (en este caso sus servidores) nos hace aceptar lo que el Señor nos está pidiendo.
En el texto bíblico Dios ofrece su salvación a un extranjero. Jesús quiere dejarnos claro que su propuesta de salvación no es sólo para el pueblo de Israel, sino para todos aquellos que lo acepten como su Salvador.
La actitud de Jesús es de huir cuando los de la sinagoga deciden despeñarlo. Muchas personas piensan que huir ante una actitud amenazante es un acto de cobardía, pero no es así. Si evadir una situación nos ayuda a cumplir el designio de Dios, no debemos pensarlo dos veces, hagámoslo.

(Guía Mensual)

“Miren, estamos subiendo a Jerusalén…” (Mt 20,18)
Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad✍