“Debemos servir en la iglesia esperando que los frutos sean para la vida eterna”

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LA PALABRA CADA DÍA

XVII Semana. Tiempo Ordinario

“Debemos servir en la iglesia esperando que los frutos sean para la vida eterna”
Jueves, 3 de agosto del 2023

Color: VERDE

Primera lectura: Ex 40, 14-19.32-36
Lectura del Libro del Éxodo

En aquellos días Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las bases, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario, puso la cubierta sobre la tienda como el Señor se lo había ordenado. Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario.
Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 83,3.4.5-6a.8a.11
R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. R/.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. R/.
Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; caminan de baluarte en baluarte. R/.
Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. R/.

Evangelio: Mt 13, 47-53
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entienden bien todo esto?»
Ellos les contestaron: «Sí». Él les dijo: «Ya ven, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor


“Debemos servir en la iglesia esperando que los frutos sean para la vida eterna”
El salmista nos dice que “vale más un día en tus atrios que mil en mi casa”, es nuestra alma que anhela estar con Dios, gozar de su paz y consuelo. En el mundo de hoy, repleto de cosas y tecnología, nos sentimos vacíos e insatisfechos, porque sin Dios desfallecemos ante las preocupaciones y la prisa. Aunque la nube de la misericordia de Dios nos cubre y nos llena, a veces no es fácil descubrirle presente en nuestras vidas. Como la hiedra, los afanes de cada día nos ahogan, no nos permiten habitar en paz en la casa del Señor, gozar la dulzura del Señor.
Echar la red es la predicación del Evangelio en la Iglesia. En la red de la Iglesia estamos todos, aunque nosotros buscamos una “iglesia perfecta” no la hay, todos estamos en esta red y es el Señor el único que escruta los corazones. No nos toca juzgar, sino vivir la fe con entrega sincera. Cristo nos dice que hay que soportar una mezcla de buenos y malos. Debemos servir en la iglesia esperando que los frutos sean para la vida eterna.
Nuestro Señor Jesucristo nos invita a ser partícipes de la comunión de la Iglesia sin desmayar ni juzgar; estamos llamados a arrimar el hombro para lanzar la red y el Señor es quien conoce los corazones. Es fácil juzgar a los demás, pero más difícil es mirar hacia adentro, a nuestro interior y vernos cómo somos en realidad, cómo está nuestra fe y nuestro amor.
No debemos sentirnos abrumados por el desánimo, debido a que la bondad y la maldad se hallan juntas en la Iglesia, más bien debemos confiar en la misericordia divina, que espera la conversión de todos. Sigamos en la iglesia y no miremos tanto a los demás, sino que con nuestros “ojos fijos en Jesús” nos conduzcamos con su gracia a su reino de paz y bondad.
Oración: Señor Jesús, en la red de la Iglesia estamos todos, que seamos buenos cristianos, pues vale más un día en tu Iglesia, que mil fuera de ella. Ella es nuestra madre y maestra. Presérvanos en su seno de paz, siendo misioneros siempre. Amén.

(Guía Litúrgica)

“El Cristo Resucitado y que vive en la comunidad nos conceda su bendición abundante”✍