LA PALABRA DIARIA
Viernes, V Semana. Tiempo Ordinario
“Debemos estar en vela, con los sentidos abiertos hacia Jesús” (Mc 7, 31-37)
Color: VERDE
12 de febrero de 2021
Primera lectura: Gn 3,1–8
Lectura del libro del Génesis
La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer: "¿Con que Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín?" La mujer respondió a la serpiente: "Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No coman de él ni lo toquen, bajo pena de muerte”. "
La serpiente replicó a la mujer: "No es verdad que tengan que morir. Bien sabe Dios que cuando coman de él se les abrirán los ojos y serán como Dios en el conocimiento del bien y el mal. " La mujer se dio cuenta de que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; y cogió un fruto, comió, se lo alargó a su marido, y él también comió. Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Oyeron al Señor que paseaba por el jardín a la hora de la brisa; el hombre y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 31, 1-2.5.6.7
R/. "Dichoso el que está absuelto de su culpa"
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuyo espíritu no hay fraude. R/.
Había pecado, lo reconocí no te encubrí mi delito; propuse: "Confesaré al Señor mi culpa”, y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. R/.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. R/.
Evangelio: Mc 7, 31–37
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 31–37
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: "Effetá", esto es: "Ábrete". Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro, decían “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Palabra del Señor
“Debemos estar en vela, con los sentidos abiertos hacia Jesús” (Mc 7, 31-37)
En las lecturas de hoy vemos que Eva y Adán comieron del fruto del árbol que se encontraba a la mitad del jardín y se les abrieron los ojos.
Debemos estar en vela, con los sentidos abiertos hacia Jesús, que es quien nos conducirá al camino justo. Cuando nuestra mirada está centrada en Cristo, a pesar de ser pecadores, contemplaremos su amor, que nos conduce a la misericordia.
Hoy día vemos cómo nuestros sentidos se dirigen al consumismo. Cuando contemplamos lo que otros tienen, caemos en el pecado de la envidia. Las redes sociales, la prensa y el sensacionalismo juegan con nuestros sentidos, como la serpiente cuando sedujo a Eva, y caemos en esa red que nos destruye. Pero cuando enfocamos los sentidos en nuestro Señor Jesucristo, cuando dejamos que Él entre en nuestras vidas, cuando damos paso al Effetá, se nos abren los sentidos espirituales, damos paso a un cambio en nuestra vida que se verá reflejado en nuestras acciones cotidianas. Será imposible callar lo que Cristo hace en nosotros cuando le damos cabida en nuestra vida.
Hagamos una pausa. Te invito que tomes una hoja de papel y con un lápiz o lapicero hagas una lista de las faltas que cometes o las que has cometido durante esta semana con el sentido de la vista, el oído y la lengua. Luego haz otra lista con las cosas buenas que has realizado. Vamos a comparar cuál es más larga. Luego hay que hacer un plan para que la de los pecados disminuya y la de las buenas obras siga en constante crecimiento.
Así podremos manifestar nuestra alegría como el sordo que fue curado por Jesús y evitamos sentirnos desnudos por el pecado, como les paso a nuestro primeros padres, Adán y Eva.
(Guía Mensual)
“Señor, haznos dóciles a tu Espíritu para que podamos estar siempre alegres y a tu lado ✍