LA PALABRA DIARIA
Sábado, XVII Semana del Tiempo Ordinario
Color: BLANCO
31 de julio de 2021
Memoria Obligatoria: San Ignacio de Loyola, Presbítero
Primera lectura: Lv 25,1.8-17
Lectura del libro del Levítico
El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí: «Haz el cómputo de siete semanas de años, siete por siete, o sea cuarenta y nueve años. A toque de trompeta darás un bando por todo el país, el día diez del séptimo mes. El día de la expiación harás resonar la trompeta por todo el país. Santificarán el año cincuenta y promulgarán la manumisión en el país para todos sus moradores. Celebrarán jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y retornará a su familia. El año cincuenta es para ustedes jubilar; no sembrarán ni segarán el grano de ricio ni cortarán las uvas de cepas bordes. Porque es jubileo; lo considerarás sagrado. Comerán de la cosecha de sus campos. En este año jubilar cada uno recobrará su propiedad. Cuando realices operaciones de compra y venta con alguien de tu pueblo, no lo perjudiques. Lo que compres a uno de tu pueblo se tasará según el número de años transcurridos después del jubileo. Él a su vez te lo cobrará según el número de cosechas anuales: cuantos más años falten, más alto será el precio; cuantos menos, menor será el precio. Porque él te cobra según el número de cosechas. Nadie perjudicará a uno de su pueblo. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor, su Dios.»
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 66, 2-3.5.7-8
R/. “Oh Dios que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.”
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R/.
Evangelio: 14,1-12
Lectura del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso los poderes actúan en él».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». El rey lo sintió, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
Palabra del Señor
“Se nos llama a convertir nuestras palabras en actos encaminados a crear el Reino en nuestras comunidades” (Mt 14,1-12)
Ayer se nos motivaba a la celebración y se hacía referencia a cómo en muchas ocasiones son recibidos los profetas por sus compueblanos. Hoy el profeta -hombre que anuncia y denuncia- recibe otra paga: la muerte. Juan el Bautista es ajusticiado por los celos y la ira de parte del poder. Son muchos los hombres y las mujeres que a diario dan la vida por la justicia, el bien común y el amor. Los profetas de hoy, al igual que los que ayer, no son superhombres. Son simplemente personas ordinarias que se han dejado penetrar por el mensaje del Espíritu. Estas personas se han llenado de amor y de valor para luchar por el pueblo.
El Bautista da la vida por sus valores, por su fe. Hoy se nos motiva a luchar por una sociedad más justa y digna donde las riquezas puedan ser distribuidas con mayor equidad. ¡Necesitamos mejorar tanto en nuestras sociedades latinoamericanas! En nuestro país son muchos los que carecen de buena salud integral, que no tienen el pan de cada día, que no disponen de una educación de calidad y que no poseen lo mínimo para vivir con dignidad. Dios no quiere que vivamos injusticias ni precariedades.
El pueblo de Israel entendió e hizo lo posible por mantener una sociedad justa. El año del jubileo, celebrado cada cincuenta años, había sido instituido para crear una sociedad socialmente mejor. El jubileo servía para que cada uno recobrara la propiedad que le había sido arrebatada, para que se le condonaran deudas, para que los esclavos fueran liberados y para hacer descansar parte de la tierra para que luego pudiera dar mejores frutos. Ese es el verdadero camino. ¡Ese pueblo de Dios supo combinar lo religioso con lo social!
Se nos llama a convertir nuestras palabras en actos encaminados a crear el Reino en nuestras comunidades. Eso cuesta, pero luego cantaremos “de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra”. Ese mensaje de vida lo entendió el Bautista. Ahora nos toca a cada uno poner nuestro grano de arena para que la justicia sea una realidad para todos
(Guía mensual)
“Que Dios llene de paz tu casa y te bendiga grandemente, Él que vive y ama por los siglos de los siglos. Amén” ✍