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LA PALABRA CADA DÍA
II Semana. Tiempo de ADVIENTO
«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí».
24 de diciembre del 2025 (Miércoles)
Color: MORADO
Primera lectura: 2Sam 7,1-5.8b-12.14a.16
Lectura del Segundo Libro de Samuel
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda». Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo».
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: “Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 88,4-5.16-17.27 y 29
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.
Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R/.
Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R/.
Evangelio: Lc 1,67-79
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».
Palabra del Señor
«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí».
El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz. ¡Ojalá que nos demos cuenta con plena conciencia de que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, viene a guiarnos, a señalarnos por dónde hemos de andar! ¡Ojalá que nos dejáramos guiar por las esperanzas que Él pone en nosotros!
Esta noche, con la Misa del Gallo, en todo el mundo, por todos los lugares de la tierra, se eleva con emoción el canto de los cristianos: “Hoy nos ha nacido el Salvador. María “dio a la luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (Lc 2,7). Ésta es la señal que el ángel da a los pastores. El Hijo de Dios asumió la sencillez, la pequeñez y la pobreza. Este signo es más grande que los milagros y prodigios. La fe nos hace sentirnos rodeados por el tierno amor de Dios, a la vez que nos compromete en el amor efectivo a Dios y a los hermanos.
En esta noche se hace más firme nuestra confianza en el poder redentor de la Palabra hecha carne. La noche de Navidad se convierte así en escuela de fe y vida. ¡El Mesías ha nacido! Es el Emmanuel, Dios con nosotros. En el silencio y en la oscuridad de la noche, la luz se hace Palabra y mensaje de esperanza. Aquí reside precisamente el reto de la fe, que convierte este anuncio en consolador y, al mismo tiempo, exigente. Cuando parecen prevalecer las tinieblas, las críticas y el mal, Cristo nos repite: ¡No teman! Con su venida al mundo, Él ha derrotado el poder del mal, nos ha liberado de la esclavitud de la muerte y nos ha readmitido al convite de la vida.
Feliz Navidad.
Palabra del Señor
“Ser agradecido es una cualidad sencilla pero altamente significativa”
Las lecturas nos invitan a dar gracias a Dios por las grandes maravillas que ha realizado en nuestras vidas. Todos tenemos motivos de sobras para ser agradecidos con Dios; Él ha hecho tantas obras grandes en nuestro favor. Basta con que miremos nuestra historia personal -comunitaria, familiar, laboral- a la luz de la fe, y veremos todas las acciones que Dios ha venido realizando a lo largo de nuestras vidas.
Dios es un Padre bondadoso que se fija en todos sus hijos, especialmente en los humildes de corazón. Este es el caso de Ana, la madre del profeta Samuel, quien, afligida por no poder tener hijos, ora en el templo y es escuchada por Dios. Después de que el niño nace, vuelve al templo para presentarlo y a dar gracias al Señor. Lo mismo sucede con la Virgen María, que, sabiéndose elegida por Dios, reconoce que el Poderoso ha hecho obras grandes por ella y da gracias a Dios con este hermosísimo cántico que Lucas recoge en el primer capítulo de su Evangelio.
La actitud de estas mujeres que hoy nos presenta la Escritura nos enseña que tenemos que ser agradecidos con Dios y también con los demás. Hay personas que no saben dar gracias. Dar gracias es reconocer con agrado lo que han hecho por mí; es tener presente a quien me ha brindado alguna ayuda. Dar gracias es un gesto humano de cortesía y grandeza. Ser agradecido es una cualidad sencilla pero altamente significativa.
Como cristianos, tenemos que distinguirnos por ser personas agradecidas, pues, muchas veces somos más dados a pedir y menos dados a agradecer.
Pidamos, hermanos, que el Señor nos regale un corazón agradecido. Amén.
(Guía Litúrgica)
“La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes” (2 Cor 13, 13) ✍

