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LA PALABRA CADA DÍA
VI Semana. Tiempo Ordinario. Año I
Los niños son receptivos, abiertos a la vida y al amor
Sábado, 1 de marzo del 2025
Color: VERDE
Primera lectura: Eclo 17,1-13
Lectura del Libro del Eclesiástico
El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves. Les formó boca y lengua y ojos y oídos y mente para entender; los colmó de inteligencia y sabiduría y les enseñó el bien y el mal; les mostró sus maravillas, para que se fijaran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes hazañas. Les concedió inteligencia y en herencia una ley que da vida; hizo con ellos alianza eterna, enseñándoles sus mandamientos. Sus ojos vieron la grandeza de su gloria, y sus oídos oyeron la majestad de su voz. Les ordenó abstenerse de toda idolatría y les dio preceptos acerca del prójimo. Sus caminos están siempre en su presencia, no se ocultan a sus ojos.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial 102,13-14.15-16.17-18a
R/. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos de barro. R/.
Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza, y ya no existe, su terreno no volverá a verla. R/.
Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza. R/.
Evangelio: Mc 10,13-16
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí: no se lo impidan; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Les aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.» Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor
Los niños son receptivos, abiertos a la vida y al amor
Queridos hermanos y hermanas: el autor del libro del Eclesiástico, inspirado por el Espíritu Santo, nos invita a contemplar la creación a la luz de los primeros capítulos del Génesis. Esta actualización resalta la unidad del universo —nuestra casa común, como la llama el papa Francisco— que encuentra su verdadero orden cuando el ser humano se somete a la ley de Dios.
En nuestros días, una mentalidad secular y pagana nos lleva a creer que la unidad del universo reside en la razón humana, convirtiendo al hombre en el centro y fin de todo. Sin embargo, el deterioro de nuestra casa común revela con claridad la urgencia de volver a la obediencia y reverencia a Dios. Todo lo que hacemos como humanidad tiene un fin último: la alabanza, el servicio y la gloria de Dios. Cualquier desviación de este propósito es idolatría.
El autor del texto nos recuerda que el papel del hombre en la creación no se limita a su razón, sino que incluye un carácter ético y religioso fundamental. El triunfo de la razón desvinculada de Dios profana lo sagrado de la creación y debe despertar en nosotros una profunda preocupación. Ante este desafío, estamos llamados a obedecer los mandatos divinos y administrar con sensatez los bienes que Dios nos ha confiado. Es esta actitud de misericordia hacia la creación la que nos permite vivir como auténticos peregrinos de esperanza.
En el Evangelio de hoy, San Marcos presenta dos actitudes contrastantes: la de Jesús, que acoge y abraza a los niños, y la de los apóstoles, que los regañan. La actitud de Jesús nos interpela profundamente, mientras que la de los apóstoles nos llama a la revisión personal y comunitaria.
Jesús no actúa como un populista o encantador, sino como el Señor, atento al más débil, al pequeño, al indefenso. Los niños, en su vulnerabilidad, representan a aquellos que son insignificantes para el sistema, aquellos que no pueden valerse por sí mismos y necesitan del apoyo de los demás. Al mismo tiempo, los niños son receptivos, abiertos a la vida y al amor.
Esta actitud de Jesús nos desafía como Iglesia a comprometernos cada día con los más vulnerables. En cambio, la actitud de los discípulos refleja los obstáculos que frenan el crecimiento de una comunidad llamada a inspirarse siempre en su Señor. ¿Cuántas veces nuestras acciones y actitudes como cristianos no reflejan la misericordia y la acogida que Cristo nos enseña?
La Palabra proclamada hoy nos invita a caminar como peregrinos de esperanza, arrepintiéndonos de nuestras actitudes de idolatría, para vivir en misericordia con la creación y con los más vulnerables. Que esta reflexión anime nuestros actos y nos guíe hacia la Pascua, donde encontraremos en Cristo la plenitud de nuestra esperanza.
(Guía Mensual)
“El Señor que dirige nuestros corazones, para que amemos a Dios, nos acompañe en este día y todos los días de nuestra vida✍

