Por Raúl Germán Bautista.- Son desgarradoras las imágenes que salieron a la luz pública del atentado ocurrido este miércoles en un colegio estatal de Santiago, en Chile.
Entre los heridos, 17 tienen heridas graves. Cinco de ellos corren el riesgo de morir, dijo la ministra de Salud, Ximena Aguilera, en una conferencia de prensa.
Los sobrevivientes de la explosión, causada por una bomba tipo Molotov en el Internado Nacional Barros Arana (INBA), uno de los colegios públicos más antiguos y reconocidos del centro de Santiago, corrían despavoridos, sin rumbo y desconcertados.
Imaginen que los jóvenes afectados ya no eran hombres comunes, más bien se habían convertido en “hombresllama”, a los cuales sus compañeros trataban de apagarles el fuego.
Los pedazos de sus pieles caían como gotas de agua; se les desprendían como cuando una serpiente muda la piel y se deshace de la epidermis. ¡Oh, Dios, qué desgracia!
Este hecho ha consternado a toda la sociedad. «afecta a más de una treintena de estudiantes», dijo a la prensa el jefe de la cartera, Nicolás Cataldo.
«Por circunstancias que se desconocen, se produce la explosión de estos artefactos, provocando quemaduras diversas en gran cantidad de alumnos que se mantenían en el interior de la sala de baños», explicó de su lado el coronel de policía Fernando Albornoz.
De acuerdo con medios locales, el artefacto explotó cerca del mediodía en uno de los baños del colegio, mientras se preparaba una celebración por la graduación de estudiantes de último año.
En los últimos años, los estudiantes de ese colegio suelen protagonizar protestas callejeras y enfrentamientos con la Policía exigiendo más recursos para la educación pública.
«Esta situación es una tragedia», calificó la ministra del Interior, Carolina Tohá, desde el palacio de gobierno.
«Es un episodio que confirma lo que hemos dicho antes: las bombas molotov son armas», dijo la ministra y aseguró que este artefacto «no es una herramienta de protestas válida y aceptable».