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Es bueno darte gracias, Señor

LA PALABRA CADA DOMINGO

VIII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C

Domingo, 2 de marzo de 2025

Color: VERDE

Primera Lectura: Eco 27,5-8
Lectura del Libro del Eclesiástico

Se agita la criba y queda el desecho, así el desperdicio del hombre cuando es examinado. El horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su razonar. El fruto muestra el cultivo de un árbol, la palabra, la mentalidad del hombre. No alabes a nadie antes de que razone, porque ésa es la prueba del hombre.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial: 91,2-3.13-14.15-16
R/. Es bueno darte gracias, Señor

Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad. R/.
El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. R/.
En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. R/.

Segunda Lectura: 1 Cor 15,54-58
Lectura de la Primera Carta del Apóstol san Pablo a los Corintios

Hermanos: Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?» El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley.
¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Así, pues, hermanos míos queridos, manténganse firmes y constantes. Trabajen siempre por el Señor, sin reservas, convencidos de que el Señor no dejará sin recompensa su fatiga.

Palabra de Dios

Evangelio: Lc 6,39-45
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: —«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca”.

Palabra de Dios

Evangelio: Lc 6,27-38
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«A los que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieren que ellos los traten. Pues, si aman sólo a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien sólo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen. Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No! Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sean compasivos como su Padre es compasivo; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará: les verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que usen, la usarán con ustedes”.

Palabra del Señor


“Lo que rebosa del corazón lo habla la boca”

Queridos hermanos y hermanas: la Palabra de Dios nos invita hoy a reflexionar profundamente sobre la condición de nuestro corazón y la urgencia de la conversión, como parte del camino de esperanza hacia la Pascua. Si queremos alcanzar la victoria en Jesucristo, tal como nos lo presenta San Pablo en la segunda lectura, debemos embarcarnos en un proceso de interiorización que exige silencio, oración y sinceridad.
La primera lectura nos recuerda que donde no hay sabiduría, ni oración, ni silencio interior, se abre espacio a la fuerza del mal. Jesús lo señala con claridad: “Lo que rebosa del corazón lo habla la boca” (Mt 12,34). Por tanto, nuestra vida se revela en los frutos que damos. Así como un árbol se reconoce por la calidad de su fruto, también nosotros mostramos el estado del corazón a través de nuestras acciones.
El lema que nos guía este año, Peregrinos de esperanza, caminando hacia la Pascua, nos recuerda que este camino no está exento de pruebas. Sin embargo, es precisamente en esas pruebas donde se manifiestan las raíces profundas de nuestra fe. Es necesario bajar al fondo de nuestro corazón, examinarnos con sinceridad y dejarnos transformar por la fuerza del Evangelio.
Jesús mismo nos da el ejemplo. Según San Lucas, Él se retiraba con frecuencia a “un sitio aparte” para orar, y también invitaba a sus discípulos a hacerlo. El silencio no es vacío, sino el espacio donde Dios habla, donde su Palabra toma vida en nosotros. Sin embargo, vivimos en una cultura saturada de ruido, prisa y distracciones. En medio de tantas ocupaciones, corremos un riesgo: perder de vista lo esencial: nuestra relación íntima con Dios.
San Juan de la Cruz decía que el silencio le unía a Dios. Nosotros, hijos del ruido y el activismo, necesitamos recuperar este don. El silencio y la oración nos permiten descubrir la verdad de nuestro corazón y acoger la misericordia divina, que nos da la esperanza de arrepentirnos y cambiar.
El valor de este mes, la Misericordia, nos invita a confiar en que Dios no nos abandona. Él conoce nuestras debilidades, pero también nuestras capacidades. Su gracia transforma nuestro vacío en terreno fértil, capaz de dar frutos de amor, bondad, verdad y esperanza. Pidamos al Señor que la savia de su Santo Espíritu nos llene, para que nuestras palabras y acciones reflejen su presencia viva en nosotros.
Hermanos, no permitamos que el vacío interior convierta nuestra vida en un terreno estéril. Es tiempo de recogernos en el silencio, de orar y de escuchar atentamente la voz de Dios. Solo así podremos dar los frutos que Él espera de nosotros y alcanzar la victoria que nos ha prometido en Cristo.
Que la Virgen María, modelo de silencio y oración, nos acompañe en este camino de conversión. Que podamos, como ella, vivir con un corazón abierto a la misericordia de Dios, peregrinando con esperanza hacia la Pascua, donde nos espera la vida nueva en Cristo.

(Guía Mensual)

“Que Dios llene de paz tu casa y te bendiga grandemente, Él que vive y ama por los siglos de los siglos. Amén” ✍

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Categorías: Nacionales
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