La historia de hace dos mil años nos recuerda, cada Semana Santa, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y su proclamación como Rey de la Paz.
El Domingo de Ramos es una celebración importante no solo de la iglesia católica, sino también de otras ramas del cristianismo como la evangélica. En este día, se recuerda la entrada de Jesús a Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamó como el mesías y lo recibió con palmas y ramos de olivo, según los evangelios de San Marcos y San Mateo.
Las ceremonias principales de este día son la bendición de las palmas, la procesión, la misa, y durante ella, el relato de la Pasión de Cristo. Los fieles que participan en la procesión, deben llevar en las manos ramos de palma, olivos u otros árboles, y entonar cantos. Los sacerdotes también llevan ramos y van delante guiando a los fieles.
Los fieles acostumbran colocar las palmas, ya bendecidas, junto a las cruces, en altares o cuadros religiosos que hay en sus hogares como recuerdo de la victoria pascual de Jesús.
De acuerdo con la historia, esta tradición judía significaba que el Mesías era una figura respetada y amada que venía a liberar al pueblo de la opresión de los romanos. Esta era una señal de adoración, además de una demostración de lealtad hacia Jesús, quien había venido para redimir al pueblo dándose a sí mismo como sacrificio.
La tradición de la celebración del Domingo de Ramos en la iglesia refleja la llegada de Jesús donde los fieles asumen los papeles de estos seguidores al portar ramas de olivo y entonar cánticos alabando la entrada de Cristo en la ciudad santa.
¿Qué significa?
Las palmas fueron importantes en la llegada de Jesús a Jerusalén no solo porque representaban el respeto de los presentes hacia él, sino porque además tenían una connotación de riqueza y fecundidad que se traslada hasta el día de hoy.
Por esto, para los fieles cristianos es tan importante contar con estas plantas al inicio de la Semana Santa, ya que durante esta festividad el sacerdote es quien se encarga de bendecirlas para luego colocarlas en lugares privilegiados durante los siete días.
Al finalizar la semana, las mismas palmas son quemadas en la iglesia, y las cenizas son guardadas con mucho cuidado para ser utilizadas en el Miércoles de Ceniza del siguiente año.