Quienes vivieron aquel domingo 31 de agosto de 1979, jamás olvidan el rugido de los vientos, la oscuridad del cielo y la fuerza descomunal del fenómeno natural que entró al país con categoría 5 y ráfagas de 240 km/h. Desde San Cristóbal y Baní, los dominicanos lo vieron llegar, y con impotencia presenciaron cómo arrasaba con casas, carreteras, acueductos, plantaciones y todo a su paso.
El huracán dejó una estela de muerte y dolor: unas 2,000 personas perdieron la vida, miles quedaron damnificadas y comunidades enteras desaparecieron bajo las aguas. Los que lograron sobrevivir aún relatan el miedo, el llanto de los niños y la incertidumbre de un país paralizado por la tragedia.
Cuando se disponía a salir de nuestro territorio, lo vieron alejarse entre San Juan y Elías Piña, rumbo a Haití, y luego hacia Cuba y Estados Unidos.
👉 Hoy, quienes fueron testigos directos recuerdan con lágrimas y estremecimiento que el Huracán David no solo destruyó, sino que también marcó para siempre la memoria de la nación.
⚠️ Dirección Regional Noroeste de la Defensa Civil – Mao, Valverde