LA PALABRA CADA DÍA
XXV Semana. Tiempo Ordinario
“Humildes instrumentos de reconciliación”
Martes, 30 de septiembre del 2025
Color: BLANCO
Primera lectura: Zac 8,20-23
Lectura del Profeta Zacarías
Así dice el Señor de los Ejércitos: Todavía vendrán pueblos y habitantes de grandes ciudades, y los de una ciudad irán a otra diciendo: «Vayamos a implorar al Señor, a consultar al Señor de los Ejércitos.– Yo también voy contigo-». Y vendrán pueblos incontables y numerosas naciones a consultar al Señor de los Ejércitos en Jerusalén y a implorar su protección. Así dice el Señor de los Ejércitos: Aquel día diez hombres de cada lengua extranjera agarrarán a un judío por la orla del manto, diciendo: «Queremos ir con ustedes, pues hemos oído que Dios está con ustedes».
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 86,1-3.4-5.6-7
R/. Dios está con nosotros
Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/.
«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.» Se dirá de Sión: «Uno, por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.» R/.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.» Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.» R/.
Evangelio: Lc 9,51-56
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó y dijo: «No saben de qué espíritu son. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos». Y se marcharon a otra aldea.
Palabra del Señor
“Humildes instrumentos de reconciliación”
Cerramos el mes de la Biblia —pero no la Biblia— con el corazón del mensaje de hoy: la certeza de que Dios camina con nosotros, aun en las pruebas y desafíos de la vida. Esta verdad es fuente de consuelo y de misión: no estamos solos ni abandonados a nuestra suerte, sino acompañados por el amor fiel de un Dios que nunca se cansa de salir a nuestro encuentro y de ofrecernos caminos nuevos de reconciliación, esperanza y servicio.
Celebramos la memoria de San Jerónimo, un hombre apasionado por la Palabra de Dios. Dedicó su vida a traducir la Biblia y a hacerla comprensible y cercana para el pueblo sencillo. Su legado es recordatorio de que el verdadero encuentro con Dios pasa por la escucha y el estudio fiel de las Escrituras, y por la transformación de la mente y el corazón para vivir de acuerdo con ellas. Jerónimo supo buscar la verdad, incluso en medio de sus luchas y de un mundo dividido; su vida nos enseña que es posible construir comunión y universalidad cuando dejamos que la Palabra nos habite y guíe.
El profeta Zacarías escribe a un pueblo que vuelve del exilio, frágil y disperso, pero lleno de anhelos de reconstrucción. Su mensaje es claro: llegará el tiempo en que las naciones abrazarán al Dios verdadero, pidiendo “queremos ir con ustedes, pues hemos oído que Dios está con ustedes”. Los signos de la presencia de Dios no son de exclusión ni enfrentamiento, sino de comunión, acogida y esperanza para todos los pueblos. Cuando se da testimonio fiel, la comunidad creyente se hace faro y refugio incluso para quienes vienen de lejos.
En el Evangelio, el camino de Jesús hacia Jerusalén está marcado por la incomprensión y el rechazo, pero también por la decisión de no responder con violencia ni resentimiento. Cuando los discípulos quieren invocar fuego sobre quienes no los acogen, Jesús les muestra que su misión no es condenar, sino salvar: “el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos”. Su compasión es inagotable; su lógica es siempre la del amor y la misericordia, no la del castigo.
Hoy, en la escuela de San Jerónimo y de la Palabra viva de Dios, la Iglesia se sabe enviada para acoger, sanar y mostrar el rostro amable de Cristo a todos. Cada discípulo es responsable de construir puentes, derribar barreras y anunciar a cada persona que Dios está con nosotros. Que el seguimiento de Jesús nos haga humildes instrumentos de reconciliación, generadores de esperanza y constructores de una comunidad en la que nadie quede excluido. La misión no termina: hoy, como ayer, el mundo necesita ver y tocar el amor que salva y reconcilia, porque Dios sigue caminando a nuestro lado. Sigamos profundizando en el mensaje de la Biblia recordando las palabras de San Jerónimo: “Ama la Sagrada Escritura, y la sabiduría te amará; ámala tiernamente, y te custodiará; hónrala y recibirás sus caricias”.
(Guía Litúrgica)
“La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes” (2 Cor 13, 13)✍