Dictamen sobre un artículo del prestigioso amigo Luis Manuel Perez Olivo, el cual versa sobre las mujeres chapiadoras: Por Juan C. Benzán

Dictamen sobre un artículo del prestigioso
ignoto amigo Luis Manuel Perez Olivo, el cual versa sobre las mujeres chapiadoras.

Por: Prof. Juan C Benzan

A Luis Manuel Perez Olivo (extensivo para todos los lectores):

Amigo ignoto, ignoto amigo:

¡MPLORO UN NO ROTUNDO AL MALTRATO A LAS MUJERES DOMINICANAS Y DE TODO EL HEMISFERIO!

A manera de introducción, quiero dejar por sentado que hay muchos escritores, contactos y relacionados del Fb que no se atreverán a opinar por escrito de manera pública sobre el tema objeto del presente humilde escrito nuestro, porque nuestra sociedad de hoy —al igual que la de ayer— está cabalmente permeada por el cinismo, la hipocresía y el servilismo público y privado, que comprometen su literatura amarilla—.

Es innegable reconocer que la inmensa mayoría de las mujeres dominicanas y de otras naciones son un solemne paradigma de ternura, de abnegación, de talento, de amor genuino y fidelidad a todas pruebas, el cual debe ser emulado por el universo de las auténticas féminas de todo el universo.

Sin menospreciar el aporte solidario de sus meritísimos esposos, dentro del vasto universo de mujeres con condiciones análogas de nuestro amado San Juan, de toda la República Dominicana y del mundo, como inefables ejemplos de dignidad, de laboriosidad y de abnegación insuperables, por razones de tiempo y de espacio sólo voy a referirme a las siguientes extraordinarias mujeres adultas aludidas en el párrafo siguiente, quienes cuentan entre los 45, 50, 60 y más años de edad a la fecha en que se escribe la presente entrega, quienes son auténticos paradigmas de superación y de sacrificio en aras de forjar y contribuir a la formación de sus hijos para encarrilarlos por los senderos del éxito y de la óptima conducta humana, hasta conducirlos a ser profesionales brillantes y entes humanos extraordinarios que aportan inefablemente con sus fructíferos conocimientos y sus intachables conductas ciudadanas a la cristalización de una sociedad más próspera y justa para todos los dominicanos de alma blanca y de níveo corazón.

Siendo amas de casa y empresarias algunas, estas mujeres tuvieron que emplearse, trabajar y estudiar con tesón y dedicación al mismo tiempo durante el lapso más preciado de su existencia, para hoy ser profesionales brillantes o damas venerables y llevar a ser profesionales a los párvulos sagrados de sus entrañas. Esas mujeres extraordinarias son: Las insuperables Inés Ogando y Doña Francia Vicente, Germania Argentina Alcántara, las licenciadas Carmen Bienvenida Báez Fernández, Andrea Hernández Hernández e Isabel Sánchez Mateo, Mirtha Rosario de los Santos, Nina Hernández Benzán y la Tec. en Enfermería y en otras áreas del saber, Mirza Encarnación Ramírez.

No obstante lo expresado en los párrafos siguientes, considero que la mujer —cualquiera que sea su situación, su actitud y aptitud— es el ser más perfecto que ha sido creado en la naturaleza, por cuya razón debe tratarse con la sutil delicadeza que sólo es dable a las cosas sagradas.

Amigo Luis Manuel Pérez Olivo, acabo de leer tu valiente escrito y me gustaría saber por qué soslayas o dejas de mencionar en el contexto del mismo la existencia de mujeres jóvenes y bien adultas que abundan en diferentes medios e instituciones públicas y privadas, las cuales obtienen el éxito material y alcanzan importantes posiciones sociales a cambio de las mieles de su cuerpo y de las delicias de su sexo. Las hay con valiosos títulos universitarios y grandes maestrías en sus haberes; mas, entregan las mieles de su cuerpo para obtener éxito material y escalar importantes posiciones sociales o de liderazgo comunitario; si es que a eso se le puede denominar éxito social.

Tampoco te refieres a otras deidades que mantienen intimidad sexual con varios hombres al mismo tiempo o en una misma época y lo hacen sin exigir dinero ni la concesión de privilegios especiales a cambio, porque son insaciables o inexhaustas en el disfrute del placer sexual, por cuyo acto no cobran; sólo exigen obtener satisfacción a plenitud en cada entrega íntima, muchas de las cuales acuden a las herramientas del escalpelo que provee la ciencia médica en aras de hacer más placenteras las enmeladas melazas de su(s) regazo(s) y más apetecibles las curvas de su(s) cuerpo(s). Otras ninfas o beldades son insaciables en el sexo y lo practican con un único hombre al cual aman; es decir, lo hacen por amor, exentas de ningún interés material y del propósito de obtener privilegios especiales, algunas de las cuales acuden a los modernos recursos del bisturí en pos de perfeccionar su figura femenina para atraer más al hombre que aman.

Las mujeres descritas en el párrafo precedente no pueden considerarse de ninguna forma como prostitutas, chapiadoras, chapeadoras o peladoras, por razones que quedan tácitas u obvias.

Es oportuno apuntar que la muerte existe porque también existe la vida; de la misma manera que existen las chapeadoras porque existen los pariguayos que se dejan chapear o pelar.

A manera de ratificación, resulta insoslayable afirmar que no todas las mujeres que acuden a las óptimas herramientas de los bisturís para imprimir más estética a su efigie y a específicas partes corporales lo hacen por asuntos inherentes a la atracción de la intimidad sexual; algunas sólo abrigan el propósito de sentirse más a gusto con su(s) figura(s) femenina)s) o con ella(s) misma(s)—valga el pleonasmo— lo que de alguna manera eleva su autoestima, cuyo acto considero positivo para el ser humano y para la sociedad misma.

No sé cómo clasificar a esas féminas de alto, mediano y bajo perfil social, que pueden disfrutar del sagrado acto sexual hasta en la colusión de un escritorio y en la intimidad de la alcoba de su hábitat de trabajo y fuera de ella, incluyendo las que hacen de su cuerpo y de su sexo su mejor mercancía y las que lo hacen únicamente por placer y no por amor. Hay otras mujeres que hacen lo mismo dentro del ámbito laboral por amor o por placer sexual con compañero(s) de trabajo o entes de su entorno profesional.

Por lo ut supra, me gustaría obtener objetivas y subjetivas respuestas a las siguientes interrogantes:

¿Es el sexo en realidad una lucrativa mercancía?
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¿Puede considerarse prostituta también a la mujer que entrega su cuerpo a cambio de obtener privilegios especiales o alcanzar peldaños dentro de la sociedad o comunidad en que se desenvuelve?
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¿Dentro de qué clasificación se incluirían a las mujeres que mantienen intimidad sexual con varios hombres al mismo tiempo con el único propósito de la obtención del deleite o placer sexual?
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Como bien apunta nuestro hermano escritor Juan Tobias Leon Ortega, quien es un fructífero estudioso de la teoría del ciclo del Capital de Marx: dinero-mercancía-dinero, mercancía-dinero-mercancía, ¨la prostitución ha sido clasificada como uno de los oficios más antiguos de la actividad humana; algunos dicen, quizás el más viejo oficio humano¨.
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Con merecidos sentimientos de alta consideración y respeto, te saluda un humilde cultor de versos heterogéneos y diversas prosas disímiles.
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Prof. Juan C. Benzán
República Dominicana.