“Ayúdanos, Señor, a acudir a ti en todo tiempo”

LA PALABRA CADA DÍA

XXVII Semana. Tiempo Ordinario

“Ayúdanos, Señor, a acudir a ti en todo tiempo”

Miércoles, 11 de octubre del 2023

Color: VERDE o BLANCO

Primera lectura: Jon 4, 1-11
Lectura del Profeta Jonás

Jonás sintió un disgusto enorme y estaba irritado. Oró al Señor en estos términos: «Señor, ¿no es esto lo que me temía yo en mi tierra? Por eso me adelanté a huir a Tarsis, porque sé que eres compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, que te arrepientes de las amenazas. Ahora, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir”.
Respondióle el Señor: «¿Y tienes tú derecho a irritarte?»
Jonás había salido de la ciudad, y estaba sentado al oriente. Allí se había hecho una choza y se sentaba a la sombra, esperando el destino de la ciudad. Entonces hizo crecer el Señor un ricino, alzándose por encima de Jonás para darle sombra y resguardarle del ardor del sol. Jonás se alegró mucho de aquel ricino. Pero el Señor envió un gusano, cuando el sol salía al día siguiente, el cual dañó al ricino, que se secó. Y, cuando el sol apretaba, envió el Señor un viento solano bochornoso; el sol hería la cabeza de Jonás, haciéndole desfallecer. Deseó Jonás morir, y dijo: «Más me vale morir que vivir”.
Respondió el Señor a Jonás: «¿Crees que tienes derecho a irritarte por el ricino?»
Contestó él: «Con razón siento un disgusto mortal”.
Respondióle el Señor: «Tú te lamentas por el ricino, que no cultivaste con tu trabajo, y que brota una noche y perece la otra. Y yo, ¿no voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad, que habitan más de ciento veinte mil hombres, que no distinguen la derecha de la izquierda, y gran cantidad de ganado?»

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 85, 3-4.5-6.9-10
R/. Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad

Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. R/.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R/.
Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: «Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios”. R/.

Evangelio: Lc 11, 1-4
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo: «Cuando oren digan: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación”.

Palabra del Señor


“Ayúdanos, Señor, a acudir a ti en todo tiempo”

¡Cuando las cosas van como nosotros queremos, pensamos que todo va muy bien! El ricino que daba sombra a Jonás ciertamente lo complació, porque le facilitaba la vida, encontraba descanso en él, más cuando el Señor lo quitó, se irritó tanto que deseó la muerte. Recordemos todas las veces que no entendemos las situaciones de nuestras vidas sin pensar en que Dios siempre tiene un plan con todo lo que nos sucede.
En este pasaje, Dios usa el ricino para mostrarle cómo Él tiene misericordia de su pueblo por encima de todo, que los ninivitas se habían arrepentido y Él los había escuchado. Nos habla a nosotros hoy también, diciéndonos cómo detrás de esa aparente calamidad, ese sol implacable que sentía Jonás en su cabeza era para mostrarle cómo Él trabaja, cómo tiene un plan que es siempre bueno, pues Él, aun cuando había dicho a Jonás que terminaría con Nínive, cuando ellos se arrepintieron, los libró de la muerte, tuvo compasión de ellos.
Esto puede hablarnos también de los momentos en los que nos alejamos de Dios y sentimos ese llamado a regresar, a pedir perdón, a buscar su rostro; es en esos momentos que debemos recordar esa misericordia de Dios, quien es lento a la cólera y rico en piedad como nos dice el salmo, hoy el salmista nos recuerda que el “Señor es bueno y clemente, rico en misericordia con los que le invocan”. Debemos confiar siempre en esa misericordia de Dios que nos ha mostrado antes y nos mostrará después.
Finalmente, el evangelio de hoy nos dice cómo orar. Jesús nos da las palabras de nuestro modelo de oración “el Padrenuestro”: nos invita a reconocer la gloria de Dios al decirle “santificado sea tu nombre” y así nos va guiando poco a poco adentrándonos en Él, pasando por la petición de perdón en la que nos compromete a perdonar para recibir el perdón de nuestro Padre. Ayúdanos, Señor, a acudir a ti en todo tiempo, a perdonar a los que nos ofenden y a mostrar tu misericordia a todos, en el nombre de Jesús, amén.

(Guía Litúrgica)

“La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes” (2 Cor 13, 13)✍